Se trata de continuar (en este caso con el control del equilibrio del cinturón pélvico) dando criterios para que las personas que lean este artículo puedan realizar los ejercicios de forma adecuada, previniendo futuras lesiones o complicaciones a nivel de la columna vertebral (hernias de disco, discoartrosis, etc.). Hoy nos centramos en el cinturón pélvico y su control, muy recomendado sobre todo para las mujeres.
La pelvis es una
estructura, que nosotros creemos, “clave” en el mantenimiento de la salud e
integridad del raquis vertebral. Es la estructura encargada de unir el miembro
inferior y el tronco, formando la parte inferior de la pared abdominal, sirve
de origen e inserción a los músculos del miembro inferior y aloja a las
vísceras abdominales (Rodríguez, 2004). En la mujer es más ancha y corta, lo
cual propicia que los ángulos pelvianos estén más abiertos y, en conjunto,
ligeramente más inclinada hacia delante. Entre sus funciones están: estabilizar
el centro de gravedad, favorecer las posiciones estáticas y transmitir los
impulsos (Rodríguez, 2004).
La pelvis, en su unión
con el raquis lumbar, mediante la articulación lumbo-sacra, ofrece una base
sobre esta y determina que los movimientos de dicha pelvis afecten directamente
al raquis (y viceversa), incidiendo sobre las curvaturas sagitales (Santonja,
1992; Levine y Whittle, 1996, citados por Rodríguez, 2004). La charnela
lumbo-sacra representa un punto débil del raquis, por la inclinación de L5 y S1
(Kapandji, 1981). En este punto se incrementa el estrés de compresión y cizalla
en posturas forzadas (Calais-Germain y Lamotte, 1995, Rodríguez, 2004).
En bipedestación, la
base del sacro se halla inclinada hacia delante alrededor de 30 grados en
relación al plano sagital, pudiendo girar sobre un eje transversal
(articulación coxofemoral) en sentido anterior y posterior (Kapandji, 1981;
Ramiro y cols., 1987, citados por Rodríguez, 2004). Estos movimientos de
anteversión y retroversión deben ser uno de los objetivos principales, como
trabajo de propiocepción inicial de cualquier programa de acondicionamiento
físico básico orientado a la salud.
Inicialmente, debemos
entender el equilibrio del cinturón pélvico con la capacidad propioceptiva y
muscular para mantener estable dicha estructura y con ello “asegurar” la
integridad de la zona lumbar.
La lordosis lumbar
varía en función del grado de inclinación pélvica sobre las cabezas femorales
(Dorado García, et. Al., 2001). El control de esta inclinación es muy
importante, así como un correcto y equilibrado desarrollo entre la musculatura
tónico (lumbares+flexores cadera)-fásica (abdominales+glúteos).
La anteversión pasiva
acentúa la lordosis lumbar y se relaciona con la hipotonía muscular en
abdominales y glúteos. Dicha anteversión es muy frecuente y por ello debemos
atender a la correcta tonificación y balance de dicha musculatura previa al
trabajo de grandes cargas.
Importancia del
mantenimiento del equilibrio pélvico de forma activa en el trabajo con cargas
Desde un punto de vista
saludable debemos controlar la posición de la pelvis y su relación con el
raquis y miembros inferiores. Existen gran cantidad de ejercicios (por ejemplo
el remo en muchas de sus variantes) donde la acción de flexión lumbar se verá
condicionada por la movilidad de la pelvis y, dicha movilidad, dependerá en
gran medida de la capacidad de extensibilidad de la musculatura isquiosural. El
realizar dichos ejercicios en condiciones desfavorables (bajo nivel movilidad
pélvica, falta flexibilidad isquiosural, etc...) repercutirá sobre el raquis y
planteará situaciones desfavorables y potencialmente lesivas para dicha
estructura.
Los malos hábitos
posturales también son adquiridos en la realización de los ejercicios y pueden
producir un desequilibrio pélvico no solo de manera propia (producida por la
propia musculatura del cinturón pélvico) sino también asociada (producida como
“reacción” ante otras acciones articulares, tal y como veremos a hora de hablar
del cinturón escápulo-humeral).
La presion
intraabdominal (PIA) es un factor a considerar a la hora de referirnos a la
posible protección de la zona lumbar, además de llevar asociados otros aspectos
relacionados con la circulación sanguínea y el retorno venoso (Dorado, C., et
al., 2001).
Con el aumento de la
PIA se puede llegar a producir una reducción de la fuerza de compresión
ejercida sobre los discos de más de un 40% durante ciertos movimientos (Gillner
y col, 1978 en Dorado, C. Et al, 2001). A este respecto cabe citar a autores
como Grillner y col (1978 en Dorado, C., et al, 2001) en lo referente a que
cuanto mayor sea el desarrollo muscular de la pared abdominal (especial
atención a la musculatura de la unidad interna: oblicuos y transverso), mayor
PIA se desarrollará y mayor protección de las estructuras rígidas.
Uso de cinturones en
el trabajo con cargas
Según autores como
Dorado (Dorado, C et al, 2001) a partir de estudios como el de Harman y col
(1989) se observó que el uso del cinturón producía un aumento de la PIA, que
podrían ocasionar una reducción de las fuerzas de compresión a nivel discal y
mejorar la seguridad en el levantamiento. Sin embargo parece ser que la fuerza
de la musculatura abdominal podría reducirse cuando su uso era muy asiduo,
implicando unas adaptaciones neuromusculares que reducirían la PIA cuando se
realizaba ese mismo levantamiento sin cinturón.
Se concluye al respecto
que el uso de cinturón de manera habitual produciría un aumento de riesgo de
lesión en la columna y lo recomiendan para aquellas personas que siempre lo
hayan utilizado o para trabajo de levantamiento con pesos máximos (Dorado, C.
Et al., 20012)
En la próxima publicación, seguiremos en la misma temática pero dirigido a la cintura escapular.
Espero que os haya gustado..animaros a hacer comentarios y ayudarnos a seguir creciendo poco a poco.
Un saludo a todos
No hay comentarios:
Publicar un comentario